Se respetaron la mayoría de los comercios en el 8M
Por Sergio Mejía Cano
Este pasado 08 de marzo, alrededor de las 17:00 horas ya estaba interrumpido el tránsito vehicular en la avenida México en el entorno a la Catedral; la plaza principal lucía con algo de gente. Hacia el sur ya se alcanzaba a mirar el o los contingentes que avanzaban hacia el norte y en ambas aceras de la avenida México varios transeúntes apostados ya para tal vez presenciar la marcha que se veía venir.
Mientras llegaba la marcha a las inmediaciones de la plaza principal, un grupo de mujeres de varias edades, pero sobre todo jóvenes, algunas con el rostro cubierto por cubrebocas o lo que parecía ser alguna pañoleta o bufanda ligera extendían una larga pancarta alusiva al señor Alejandro Galván Araiza a lo largo de la entrada del Palacio Municipal que se encontraba con sus puertas cerradas. Una vez instalada la larga pancarta con la fotografía del Galván Araiza, así como algunas consignas sobre este personaje, una señora con el rostro cubierto con un trapo de color morado y con un megáfono en mano comenzó a lanzar una arenga leyendo lo que estaba escrito sobre dicha pancarta en donde resaltaban las palabras de justicia y vergüenza.
Después de la arenga de esta señora con el megáfono, se postaron algunas mujeres frente a esta pancarta encendiendo algo que echaba humo de color morado gritando a la vez esas mismas palabras escritas además de resaltar las frases sobre violencia familiar, humillación y algo sobre su educación. Esto no duró más de diez minutos, las mujeres ahí reunidas se retiraron dejando esa pancarta ahí donde la habían colocado.
Poco a poco se fue llenando la plaza principal frente a Catedral, así como el pasillo de los portales del conocido hotel que se encuentra en la esquina de la avenida México y la calle Lerdo.
Poco antes de las 18:00 horas llegó el primer contingente de mujeres, unas tocando tambores y otras con diversas pancartas o carteles de mano en donde se veía la foto de determinados personajes con acusaciones sobre actos indebidos.
En eso un lustrador de zapatos de los que trabajan en este pasillo del hotel le comentó a otro aseador de zapatos que ya habían tumbado una lámina de las que protegen la Catedral del lado sur y que ya se habían metido al espacio en donde está la entrada a este templo.
Al estar contemplando la llegada de los contingentes viendo que eran muy pocas mujeres con el rostro cubierto, pues la mayoría mostraba su cara bien, aunque sí gritando consignas en contra de algunos varones y, desde luego, exigiendo justicia para las mujeres y ya no más violencia de ningún tipo.
Un servidor estaba apostado en la acera poniente de la avenida México cerca de lo que fue la otrora ferretería Pantoja; sin embargo, se me acerca una señora que iba en la marcha diciéndome que por mi seguridad mejor me hiciera más a la pared, obedecí y una mujer ya mayor que también contemplaba la marcha me dijo que alguna mujer me podía golpear nomás para hacer la mosca chillar, pues algunas de ellas ya habían causado daños a algunos aparadores, puertas y ventanas, así que mejor me pegara a la pared. Como la puerta de la cortina de lo que había sido esa ferretería estaba abierta, pues se veía gente trabajando en su interior, así que por si las moscas y surgía algo inusitado, pues a introducirnos a ese local; pero afortunadamente no se notaron visos de violencia hacia personas en esas inmediaciones.
En cuanto llegó el último contingente caminé hacia el sur por la avenida México y al llegar a la calle Hidalgo miré a varias personas contemplando los aparadores de la tienda comercial que cubre toda la manzana. Al acercarme vi cómo todos los aparadores y la puerta de entrada por la avenida México estaban dañados y las paredes muchas pintas, así como carteles pegados en donde se señalaba a varones que acusaban de misóginos, violentos, violadores y de hasta pederastas. Había algunos señores de traje, al parecer empleados de esa tienda departamental colocando cintas amarillas para impedir el paso de peatones por la acera de esta tienda.
Al voltear a mirar el banco que está enfrente, este no tenía daños en sus vidrieras, lo mismo que el museo Regional también estaba intacto. El banco de la esquina de la calle Zapata, sin daño alguno. Se dañó también la puerta y ventanas de la oficina del “Bienestar”, antes conocida como Telecom. El edificio del Palacio Legislativo sí sufrió severos daños, así como el Palacio de Gobierno con vidrios rotos y puertas y ventanas dañadas; pero todo pintarrajeado con reclamos.
Sea pues. Vale.