Era diciembre de 1874 cuando el presidente Lerdo de Tejada, contra todo pronóstico, conforma la Comisión Astronómica Mexicana con un selecto grupo de científicos para enviarlos a Japón. ¿Su misión? Participar junto al resto del mundo en el tránsito de Venus junto al Sol, fenómeno que permitirá conocer de una vez por todas la distancia entre la Tierra y su astro rey.

Liderados por el ahora legendario Francisco Díaz Covarrubias, cinco científicos se embarcan en un viaje que acaba convirtiéndose en una odisea: se enfrentaran a un tifón, a una revolución en Cuba y hasta a la fiebre amarilla. Todo por poner el alto a México entre la comunidad científica internacional.

El escritor Carlos Pascual rescata este pasaje olvidado de la historia mexicana en su libro El tránsito de Venus (Grijalbo) y lo transforma en una historia al más puro estilo de las novelas de aventura científica de Julio Verne.

¿Cómo irrumpen los mexicanos en esta carrera científica?  

México estaba saliendo de un siglo muy convulso -guerra, invasiones, epidemias y una pobreza espantosa- y el presidente Lerdo de Tejada fue muy criticado por financiar a la Comisión Astronómica Mexicana. Hubo hasta caricaturas de prensa de la época que se burlaron de él retratando al pueblo muriéndose de hambre y Tejada disfrazado de rey Sol.

La verdad es que Lerdo de Tejada se jugó su prestigio y los científicos la vida. Estos últimos irrumpen en esta carrera sin que nunca se les considerara como rivales.

¿Por qué a Lerdo de Tejada le interesaba participar en esto?

Lerdo de Tejada es un presidente que tenemos muy olvidado. Tiene la mala suerte de estar entre dos monstruos de nuestra historia que son Benito Juárez y Porfirio Díaz, pero era un hombre de una cultura vastísima, todo un intelectual, un caso rarísimo en nuestro país.

Él pensó que ya estaba bien de que México tuviera esa imagen al exterior de ser un país salvaje e ingobernable.

¿Por qué era tan importante registrar este tránsito de Venus?

Desde hace siglos era importante conocer la distancia entre la Tierra y el Sol para establecer lo que ahora llamamos la unidad astronómica que ayudaría a medir las distancias en el universo que son tan enormes que de nada nos sirven los kilómetros o millas.

Fue Kepler en el siglo XVI el que dijo que la distancia entre nuestro planeta y el Sol debía ser la unidad mínima de medida para el sistema solar. Y durante mucho tiempo se supo que sería imposible conocer esa distancia porque no se contaban con los instrumentos adecuados, circunstancia que cambio en el siglo XIX.

El tránsito de Venus, su paso por el Sol en una suerte de eclipse, permitió realizar esa medición que con el tiempo permitiría crear otras unidades de distancia como el pársec o el año luz.

¿Tu libro tiene mucho de libro de aventura más que de libro histórico?

Es un claro homenaje a Julio Verne y sus novelas de aventuras científicas porque, en realidad, la ciencia es la gran aventura de la humanidad.

Cuando yo me encuentro con todas las aventuras y desventuras que vivieron los integrantes de la Comisión Astronómica Mexicana me doy cuenta de que tengo oro molido en las manos: aunque matizados, todos los eventos que describo son reales. Por ejemplo, el ataque de los confederados sí ocurrió, pero no en ese momento y no a toda la Comisión Astronómica Mexicana.

Así, estos cinco científicos se enfrentan a la fiebre amarilla, la revolución en Cuba, que los encierren en un manicomio y que les toque un tifón. Todo fue real.

¿Por qué este pasaje de la historia mexicana no es más famoso?

México es un país donde el melodrama rige, ahí están las telenovelas, y esta es una historia que termina feliz para todos los integrantes. A los mexicanos nos gusta que nuestros protagonistas mueran fusilados. Además, está el hecho de que los temas de la ciencia alejan a la gente.

También creo estos personajes son desconocidos por un tema político. Tras la Revolución Mexicana hay una intención de borrar lo que sucedió previo y durante el porfiriato. Por eso, me he impuesto el reto de escribir una trilogía para hablar de la ciencia en México. Ya escribí Matilde, sobre la primera médica mexicana, la segunda es El tránsito de Venus y la tercera será de arqueología.