Entre férreos controles policiales, las agrupaciones sociales y desempleados protestaron en el centro de Buenos Aires para pedir mayores subsidios a la pobreza y contra las medidas de ajuste anunciadas la semana pasada por Milei.
A menos de dos semanas de que Javier Milei asumiera la presidencia de Argentina, una multitudinaria protesta de desempleados se convirtió en el primer gran desafío político del nuevo gobierno ultraliberal. Los inconformes mostraron su rechazo a las promesas de campaña de detener las manifestaciones que impidan el tránsito.
Entre férreos controles policiales, las agrupaciones sociales y desempleados protestaron en el centro de Buenos Aires para pedir mayores subsidios a la pobreza y contra las medidas de ajuste anunciadas la semana pasada por Milei, quien asumió el poder el 10 de diciembre en medio de una crisis económica.
La protesta de desempleados mostró situaciones tensas cuando algunos de los manifestantes tomaron las calles para marchar hacia la emblemática Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, algo que las fuerzas de seguridad pretendían evitar a toda costa para permitir la circulación vehicular.
Es una movilización pacífica, no queremos enfrentamientos”, señaló a periodistas el dirigente social Eduardo Belliboni, de la agrupación de izquierda Polo Obrero.
Para disuadir a los manifestantes, el Gobierno difundió hace días la indicación de que quienes bloqueen calles durante la protesta perderán su derecho a recibir subsidios a la pobreza y, a la vez, desplegó el miércoles un amplio operativo de seguridad.
El que corta (las calles), no cobra”, advertía el miércoles un aviso difundido por altorparlantes en estaciones de trenes de Buenos Aires, donde llegaban muchos manifestantes para sumarse a la protesta.
Milei anunció la semana pasada recortes de gastos del Estado e impulsó una devaluación del peso del 54 por ciento, que podría acelerar una inflación actualmente cercana al 200 por ciento anual en un país con una pobreza del 40 por ciento.