RIGOBERTO GUZMÁN ARCE
EN LOS TIEMPOS DE NUBES
1.-Se avizoran por el este del valle, por el rumbo de Cristo Rey, son las raras manifestaciones de un verano que más allá del calendario, se retrasa cada año. Aparecen las nubes, las de las figuras animadas. Las estaciones se tornan irregulares, recuerdo que de niño todo iba bien, ríos de aguas cristalinas para beber; montañas verdes y llenas de árboles, íbamos a las guayabas y ahualamas. Llegaban las lluvias a principios de junio y duraba como tres meses lloviendo, los tiempos de calor eran cortos. Todo ha cambiado pocas evidencias de la primavera, del otoño y el invierno.
Una mañana de pendientes, de compras y de conocer que Nayarit por acuerdo del congreso estatal, ya estaremos libres de bolsas de plásticos, que cada vez que se vaya a comprar se debe de llevar bolsas de otro material.
Hay un viento que calma la evaporación. Tomar agua y comer frutas. Es martes y de pronto dos o tres veces surgen pretextos para recordar mis tiempos de profesor. Es muy enredoso, pero bonito recordar. Ya tengo otros horarios y otros intereses.
2.-Después de comer me pongo a revisar archivos y encuentro material para editar un libro bajo el nombre Año Dos Mil, voy a organizarlo. También encuentro escritos del proyecto de diciembre. Ojalá que lo tenga listo para aprovechar las ofertas. Publicar un libro es una odisea y una aventura peligrosa, de arenas movedizas. Vender libros es algo serio. Después de una sesión del martes parece que caen algunas gotas o estoy delirando.
La naturaleza en su ciclo y el ser humano tiene la oportunidad de cuidarla y cuidarse, estoy absorto por este verano extraño, quizás sea inédita la forma de las nubes, se tornan remolinos o dragones en el cielo y es con cierta angustia el saber que va a llover. Como poeta estoy feliz sentir en mis venas la fuerza del agua, pero también saber que puede existir daño a la comunidad, en los márgenes del río y en las partes bajas de la ciudad. Varios factores existen para que se llegue a la desgracia. Quiero mencionar uno, las alcantarillas se colapsan por la acumulación de basura. Ayer fue una de esas noches irrepetibles, mi alma deseaba la luna llena, conocí seres buenos, sentí y pensé cosas bonitas y suspiré por tu amor, por la belleza irrepetible y por las ilusiones nuevas. La inspiración por vivir, por compartir sentimientos, vuelan mis pensamientos hacia ti y pronto te tengo conmigo, tus manos y la mirada que arrebata mis horas y luego las regresas. Tener la luna blanca como un reflejo de la felicidad. Saber que me sientes y me piensas, que existe la magia y a través del tiempo y espacio está en mi corazón. Sigo en mi proyecto de amor, paciente llega mi fuego a tu vida.
3.-Hoy ha sido un día, tarde y noche de puro mar, entre recuerdos y contemplaciones. Desperté en la madrugada y me costó trabajo volver a dormirme, escuchando el poder del agua. Caminé a un pequeño acantilado y tomé fotografías, piedras, lanchas e infinito cielo. Una cruz para los navegantes, las huellas de la arena y los versos que escribí para el capítulo Colores. El movimiento planetario y los cambios constantes del horizonte. Bajo palmeras, la música en la atmósfera y entre paraguas de plástico que parecen brotar de hongos. Desde la habitación contemplo y descanso leyendo Proceso. Reviso Twitter. Relajado, la tranquilidad me envuelve el alma. Todavía me encuentro bajo la noche contemplando el mar con sus líneas blancas de la marea.
4.-Sí, el tren pasa todos los días y todas las noches, días lluviosos, llenos de luz o noches solitarias y frías; cada vez que pasa al norte de la ciudad deseo que me recuerdes, es una idea romántica que hace que florezcan mis sentimientos.
Desde hace meses tengo el gusto de invitar de a uno en uno, muy especialmente a los amigos que creo tienen la pasión de admirar la vida, la fotografía. Podría escribir lo impactante que fue estar cercano a lo que don Víctor Chávez, fotógrafo provinciano, recorría calles, lugares, naturaleza, eventos cívicos, aglomeraciones, lejanías, momentos, rostros. Tener la oportunidad en sus últimos años convivir en su mundo hermético. Desde antes de contar con un celular, que ya se hizo herramienta para buscar lo artístico, algunas veces se logra otras no, voy en busca de mi alma con su mirada; primero con una cámara portátil muy elemental, después dos o tres, capturé cientos de fotografías, fósiles de vida que están en álbum, carpetas, sobres y recuerdos. Ya tengo como dos años intentando, pero hace nueve meses ya más en forma, ángulo, visión. Tengo el gusto de contar con un muro personal, uno social y ciudadano, uno de poesía, también uno de fotografía: Ixtlàn en una foto. Son un poco más de 600 invitados. No lo quiero ampliar demasiado, es para mí una joya de archivo de luz, basta con volver y de nuevo las imágenes se iluminan. Me gusta compartir esta pasión que la tenía a punto de erupción. Dejé de subir fotografías porque Facebook me volvió loco de solicitarme que confirmara que yo era yo, hacía el trámite y me mandaba código y después se terminaba el tiempo, tenía que solicitar otra clave, y así duré con ese martirio digital. Lo dejé en paz.