El sismo de magnitud 4.8 sobre la Gran Manzana generó pánico en la población, que no está acostumbrada a los sismos… pero que no son imposibles en la zona
Un inusual sismo de magnitud 4.8 se produjo este viernes en los alrededores de Nueva York, provocando ligeros temblores durante unos segundos en numerosos barrios de la Gran Manzana e interrumpiendo una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Gaza. No se reportaron daños significativos o heridos de inmediato, pero generó pánico en los ciudadanos, que no están acostumbrados a los movimientos telúricos.
Pero los sismos en Nueva York, aunque son inusuales, no son imposibles. Incluso, más terremotos podrían afectar el área de Nueva Jersey en las próximas semanas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). ¿Por qué es posible que haya terremotos en la ‘Gran Manzana’?
¿Puede haber otro terremoto en Nueva York?
Respuesta corta: sí es posible. Los terremotos son menos comunes en la costa este de los Estados Unidos porque no se encuentra en un límite de placas tectónicas, como es el caso de México que está sobre el “Cinturón de Fuego”, donde se producen la mayoría de los sismos en el planeta… pero sí hay fallas geológicas en la zona.
Hay una falla importante en Nueva Jersey llamada la Falla de Ramapo, que surge de los Montes Apalaches, la zona montañosa del este de Estados Unidos. También hay al menos cinco fallas más pequeñas debajo de la isla de Manhattan, mismas que provocaron un microsismo en enero pasado.
El corredor urbano (entre la ciudad de Nueva York y Wilmington, Delaware) está plagado de fallas conocidas, pero numerosas fallas más pequeñas o profundamente enterradas siguen sin ser detectadas. Incluso las fallas conocidas están mal ubicadas a profundidades sísmicas”, dice el USGS en su sitio web. “En consecuencia, pocos terremotos, si es que hay alguno, en el corredor urbano pueden vincularse a fallas nombradas”.
Un caso similar es a la falla de Plateros-Mixcoac dentro de la propia Ciudad de México, que siempre ha estado ahí, pero ahora es perceptible por la urbanización de la zona, y gracias la tecnología actual, sabemos que genera los microsismos en el suroeste de la capital mexicana.
Los mayores terremotos de ese lado suelen producirse a lo largo de la Dorsal del Atlántico Medio, que se extiende a través de Islandia y por el resto del Océano Atlántico. En el caso de la costa Oeste, está tanto el “Cinturón de Fuego” como la famosa Falla de San Andrés se extiende a través de California.
Pero los terremotos de la costa este aún pueden tener gran impacto. En comparación con el oeste de Estados Unidos, las rocas de la costa este —que son más viejas y rígidas— son idóneas para difundir la energía sísmica a grandes distancias. En el caso de México, un sismo de esa magnitud sería perceptible en algunas zonas, pero no generaría daños mayores.
“Si tuviéramos un terremoto de la misma magnitud en California, probablemente no se sentiría tan lejos (por el tipo de piedra en el subsuelo)”, dijo el geofísico del USGS, Paul Caruso.
¿Es posible que Nueva York sea destruida por un sismo, como en las películas?
Sí… pues estiman que pueda superar la magnitud de 4.8. Kathy Hochul, la gobernadora de Nueva York, lo llamó “uno de los terremotos más grandes en la costa este del último siglo”... y no está tan equivocada. En la zona se producen terremotos moderadamente dañinos entre Nueva York y Wilmington, Delaware, aproximadamente dos veces por siglo, dijo el USGS, y se sienten microsismos en la región aproximadamente cada dos o tres años.
El USGS estimó que casi el 75% de Estados Unidos podría experimentar un terremoto dañino en el próximo siglo. La predicción se basa en investigaciones realizadas por docenas de científicos e ingenieros que utilizan estudios sísmicos, datos geológicos históricos y nueva información para identificar casi 500 fallas adicionales que podrían producir terremotos dañinos.
Es posible que la región de la costa atlántica central y nororiental experimente más temblores, dijeron los investigadores. Los últimos dos sismos fuertes en la región fueron en 1886 —en Carolina del Sur, de una magnitud aproximada de 7.7 grados, dejando al menos 60 muertos— y otra en 1927 —en la costa de Nueva Jersey, con una escala VIII de Mercalli (aproximadamente de magnitud 6.0 a 6.9)—.