Un evidente desconocimiento en cuestión de vivienda en nuestro país
Por Sergio Mejía Cano
Ineludible no tocar el tema de lo dicho por la señora, Xóchitl Gálvez Ruiz, respecto a que, si una persona al llega a los 60 años de edad y no tiene casa propia, es porque es muy güey. Obviamente que posteriormente la señora Gálvez Ruiz señaló que el mensaje dicho estaba dirigido a la otra candidata, Claudia Sheinbaum Pardo; sin embargo, este mensaje lo tomó gran parte de la ciudadanía y no nada más analistas políticos.
Lo dicho por la señora Xóchitl Gálvez es una clara muestra de su desconocimiento de la realidad de nuestro país, pues hay gente no nada más de 60 años de edad, sino de hasta más años que, a pesar de haber trabajado duramente durante toda su vida, jamás pudieron hacerse de una casa propia; claro que las circunstancias pueden ser varias y diversas en sí, pero bien pudieron haber trabajado ya fuera en la economía formal o informal y nunca poder tener acceso a comprar un lote y fincar o de hacerse de una casa al menos de interés social.
Y precisamente, debido a este interés social fue que muchas personas pudieron comprar una casa siendo financiadas por bancos e instituciones de crédito, en donde los bancos y estas instituciones se hacían cargo de pagar la hipoteca a las inmobiliarias, para después cobrarle a los deudores mediante letras ya firmadas de antemano por quienes se embarcaban en una deuda de este tipo.
En el año de 1972 fue creado el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), así que gracias a la creación de este instituto fue que hoy en día millones de mexicanos cuenten con un techo que los cobije, el problema es que como casi siempre sucede con todo lo que crea o genera el ser humano, este instituto se descompuso de tal manera que pronto dio de sí al convertir las deudas de los trabajadores que adquirieron un crédito en el Infonavit se hicieron o las convirtieron prácticamente en impagables debido a los altos réditos generados por el crédito, así como los sistemas de financiamiento creados por el mismo instituto de vivienda en donde para muchos trabajadores les fue muy difícil cubrir esos sistemas al no contar con un salario que les diera oportunidad o por no cubrir puntos requeridos, muchos de los cuales resultaron ser muy difíciles para poder cubrir a muchos trabajadores.
Sin embargo, es justo reconocer que muchas personas con créditos en el Infonavit habían logrado pagar sus créditos antes de que llegaran esas reformas que convirtieron esos créditos en muy difíciles de cubrir y menos, cuando se dejaron venir las devaluaciones del peso contra el dólar en el año de 1976, ya que entre esas reformas del instituto para la vivienda se tuvieron que ajustar a la inflación galopante que siguió después hasta convertir a los mexicanos en millonarios al convertirse los miles de pesos en millones precisamente debido a esas devaluaciones.
Si bien la señora Xóchitl Gálvez con sus palabras dijo que se refería a su opositora Claudia Sheinbaum, pero que una gran mayoría de mexicanos de ambos sexos tomó su parte, habría que investigar a qué tipo de casa se refería la candidata Gálvez Ruiz, si a una de las del Infonavit, de las de interés social o a las construidas con sacrificio de la clase trabajadora o a una casa como la que se ha documentado en donde ella vive o las demás propiedades que ha tenido y tiene o a la de algún político que, al dejar de vivir en el error y que vivía en casa de interés social rentada, propia o heredada por sus ancestros, al poco tiempo después de incursionar en la política, después llega a vivir en residencias algunas de ellas hasta con alberca; ¿a cuál tipo de casa se habrá referido doña Xóchitl Gálvez?
Obviamente que mucha gente se sintió no nada más aludida, sino hasta posiblemente ofendida al ser señalada como “güey” al no poder hacerse de una casa, así haya trabajado duramente durante toda su vida productiva o que, tal y como se ha visto, aún en la senectud sigue rentando casa o como otras personas que se vieron beneficiadas con un crédito del Infonavit, pero que perdieron su empleo por diversas razones o motivos y que por lo mismo se vio obligada a tener que dejar o abandonar sus viviendas. He ahí cómo hay infinidad de casas abandonadas en la mayoría de las ciudades y poblaciones del país; viviendas que hoy se ven vandalizadas, algunas de ellas hasta quemadas, sin puertas ni ventanas y con las tuberías quitadas, ya no se diga los accesorios de baños y cocinas, etcétera.
Pero tal vez esto no lo sabe la señora, Xóchitl Gálvez.
Sea pues. Vale.