Nada es para siempre, y menos el PRI
Por Sergio Mejía Cano
Bien se dice y se dice bien que nada es para siempre. Y hoy, los mexicanos estamos a punto de ver la desaparición del otrora partido político al que se le llegó a denominar también como el tricolor y aplanadora, así como el que se las llevaba de todas, todas: el Partido Revolucionario Institucional (PRI.)
Es inevitable no reconocer que el PRI llegó a tener momentos de gloria y de integrantes valiosos, así como que en sí dentro de su hegemonía sus gobiernos coadyubaron al progreso de nuestro país, porque no le quedaba de otra o porque se aprovecharon momentos decisivos para poder crear buenos sistemas de Salud y Educación; sin embargo, como todo lo que hace el ser humano es el mismo humano quien lo echa a perder, el PRI, a pesar de sus postulados emanados de una revolución social, fueron los herederos de los iniciadores de este partido político quienes lo empezaron a desvirtuar olvidando sus principios y despreciando a sus bases, principalmente obreros, campesinos, pescadores y toda una gama de afiliados, de los que, aunque pudiera no ser creíble, aún hay quienes siguen creyendo en el tricolor.
No es muy descabellado afirmar que todo llega a su fin, y el fin del PRI está más cerca que lejos; es más, se puede afirmar que el verdadero PRI hace algunas décadas que dejó de existir, pero que sus siglas fueron aprovechadas por un pequeño grupo para poder hacer sus oprobiosos negocios.
El hecho de que su actual dirigente a nivel nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, más conocido en el bajo mundo de la política como “Alito” haya modificado los estatutos del PRI para poder reelegirse no es poca cosa, pues ha generado una serie de inconformidades de otros integrantes que ven, tal vez hasta con incredulidad, cómo se derrumba su castillo de naipes; comprobando fehacientemente que en realidad dicho partido político desde hace muchos años que había perdido sus cimientos, que ya no cuenta con esas bases que alguna vez lo sostuvieron en sus hombros, pero que irremediablemente sus cúpulas las fueron deshaciendo, desbaratando y desapareciendo, tal vez a propósito o sin querer queriendo, hasta quedar tal y como está hoy en día: tambaleándose y a punto de caer.
Claro que los políticos de ambos sexos y que siempre han mamado del presupuesto posiblemente no tengan ningún problema grave, pues nada más fácil para la mayoría de ellos con saltar a otra asociación política, tal y como muchos ya lo están haciendo brincando hacia otros partidos sin importarles el color o la supuesta ideología, una ideología de la que muchos de los políticos actuales no saben ni lo que significa o para qué sirve.
Y a propósito de esas bases que sostuvieron muchos años al PRI, ahora con esta debacle del partido qué van a hacer los vendedores ambulantes, comerciantes y empresarios que se llegaron a agrupar en organizaciones dependientes del PRI, como la Confederación Nacional de Obreros Populares (CNOP), así como los pequeños sindicatos a los que se les obligó alguna vez a tener que pertenecer a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), otras organizaciones de obreros y campesinos que, para poder subsistir y poder trabajar sus integrantes fueron también obligados a incorporarse a las filas del PRI, sobre todo cuando se creó el corporativismo para darle más fuerza a los antecesores del PRI: el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el Partido de la Revolución Mexicana (PRM); sobre todo a este último.
Bien se dice que peléense las comadres y saldrán las verdades. El mentado Alito ha abierto fuego no tan amigo en contra de antiguos priistas echándoles en cara los conflictos en los que se vio envuelto el PRI y tachándolos de cínicos y que lastimaron al partido, como el asesinado de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el Pemexgate y otras lindezas por el estilo dando a entender, sin nombrarlos a Manlio Fabio Beltrones Rivera, Francisco Labastida Ochoa y Dulce María Sauri Riancho, quizás entre otros que Alito traiga en mente, mostrando una desfachatez este Alito como si apena se hubiera afiliado al PRI, como si no haya sido militante del tricolor desde aquel entonces cuando sucedieron los hechos que menciona ante sus supuestos seguidores.
Alejandro Moreno Cárdenas debe saber que, a esos aún priistas que señaló no están solos, que cuentan con su propia fuerza política, así como seguidores fieles y firmes.
Los que quedan en el PRI y se sientan con calidad moral, ¿estarán dispuestos a seguir a este personaje que, aparentemente no tiene ninguna calidad moral?
Sea pues. Vale.