La actriz opinó sobre los estigmas sociales que castigan a la mujer, llevándolas a tomar decisiones peligrosas para su salud

 A sus 62 años, Demi Moore vuelve al cine con la historia de una ficticia estrella famosa que trata de rejuvenecer aunque sea temporalmente con La sustancia, que también le da el título al drama de terror de la cineasta Coralie Fargeat, ya en salas del país.

¿Es imposible comparar La sustancia con alguna de tus actuaciones anteriores?

Ésta es la mejor producción de cine que yo pude soñar: una directora francesa, con producción inglesa y una historia estadunidense. Se siente como un hermoso triángulo que funciona bien. No creo que pueda experimentar algo mejor.

¿Qué opinas sobre la idea del poder de la belleza de la mujer que propone esta historia?

Espero que no se tome como la explotación del cuerpo femenino. Creo que, como mujer, el estrés que genera cuidar nuestro cuerpo realmente nos define bastante por como nos ve la sociedad. Y el estilo de violencia que vemos en el cine en cierta forma refleja la que nos rodea en diferentes sectores de la sociedad. Es una metáfora mostrarlo de un modo extremo, porque la violencia que vemos en pantalla también es extrema.

A nivel personal, ¿sufriste la falta de ofrecimientos de trabajo por la edad, como le pasa a tu personaje?

No, no creo que comparta la perspectiva de haberme sentido cancelada por mi edad. Más allá del aspecto físico externo, el tema real es cómo me relaciono con el tema del cine. Y en ese sentido, mi perspectiva es que yo nunca me sentí una víctima. Desde que leí el guion me encantó como estaba escrito, porque está contada desde la perspectiva de un hombre sobre el ideal de mujer que pretende esta persona. Lo interesante de mostrar en el cine que la versión más joven resulta ser una mejor, al conseguir una oportunidad, vuelve a repetir la historia. Mi personaje sigue buscando una validación externa y al final se encuentra cara a cara luchando con ella misma, porque realmente deberíamos buscar cómo nos vemos por dentro, no por fuera.

¿Sabías que iban a filmar escenas de desnudo total?

Desde el principio sabíamos el nivel de vulnerabilidad y crudeza que se necesitaba para contar esta historia. Y fue también una experiencia muy vulnerable, pero necesaria para entrar con sensibilidad y una larga conversación sobre lo que tratábamos de conseguir y como lo íbamos a enfrentar, tratando de encontrar también un punto en común de confianza mutua. Tengo que decir que yo también me sentí muy segura en el rodaje con las escenas en las que tuve que estar totalmente desnuda. Y nos permitió bastante ligereza en esos momentos, por lo absurdo de ciertas situaciones, pero lo importante fue mantener una buena comunidad y una confianza mutua de lo que íbamos a mostrar.

Y las escenas en que tu personaje aparece tan vieja, ¿cómo reaccionaste al verte así, en una pantalla?

De cierta forma tampoco me estaba viendo. Fue verme como otra persona. Algo muy extraño. Hubo días en  que tenía sesiones de seis a ocho horas de maquillaje. Podía ver mis ojos y era yo, pero la mejor parte es que mi perro siempre pudo reconocerme. Ésa era la forma en que yo también asociaba la realidad. En la pantalla se ve todo mucho más fácil de lo que realmente se hizo, pero también fue lo divertido de querer hacer algo así, para poder contar nuestra historia.

Después de haber leído el guion, ¿nunca dudaste en absoluto, al menos la primera vez?

Para nada, lo tomé como un desafío de la mejor forma posible, porque yo también busco la clase de material que me empuja hacia una zona fuera de una total comodidad. Y si algo me da miedo, por lo general, significa que existe una buena oportunidad del otro lado y siempre pienso que así puedo mejorar como persona, con la esperanza de mejorar también como actriz.  Además, creo que el cine también toca muchos temas que enfrentamos todos en cierto sentido.  Obviamente lo llevamos hasta un extremo que también permite afrontarlo de una manera totalmente única.

La sustancia  parece reflejar cierta realidad cuando desde el primer minuto le colocan una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood a Demi Moore, aunque, en la realidad, pocos saben que ella no la tiene (sólo puso sus huellas en la vereda del Teatro Chino). Pero la ficción continúa con el paso del tiempo, mostrando a los turistas caminando por la misma baldosa, cuando aparece la primera rajadura, planteando la duda si lo mismo pasará con la misma estrella cuando envejezca.

Demi Moore interpreta a una estrella ficticia llamada Elizabeth Sparkle que al cumplir 50 años nota que su carrera está llegando a su fin, hasta que aparece La sustancia, un tratamiento que reproduce las células para rejuvenecerla temporalmente. Y jugando ficción con la realidad, en la historia Demi Moore también estrena por primera vez una de sus producciones de cine, en el mismo Festival de Cannes, donde en la vida real La sustancia también eligió el Festival de Cannes, para el estreno mundial, antes de la próxima función de gala en el Festival de Toronto

¿Al momento de filmar imaginaste que en la realidad te iban a ovacionar por más de 10 minutos, en la misma ciudad de Cannes?

En realidad, habíamos filmado en Cannes, en agosto, con un saco de lana en verano. Eso de por sí fue otro desafío. Pero fue maravilloso estar en la misma ciudad del festival internacional de cine, fuera de temporada. Me encantó el rodaje, me pareció una alternativa que se relaciona mucho con Hollywood y el hecho de haber estado en Cannes fue la perfecta combinación en el mundo del cine. El paralelo es formidable.

¿Tuviste alguna preparación específica?

No nos enfocamos demasiado en la preparación, porque lo bueno era explorar el lugar de buscar la perfección al mismo tiempo que lo filmábamos. Por eso digo que la experiencia fue tan cruda, porque requería una profunda vulnerabilidad y ganas de exponerme emocional y físicamente, empujándome totalmente fuera de mi zona de confort. Pero fue fascinante el proceso del rodaje y creo que salí del otro lado con una mayor aceptación de como soy en la vida real. Ése fue el mejor regalo que pude haber imaginado.

¿La directora te comentó cómo surgió la idea de filmar La sustancia?

La idea justamente surgió por una reflexión sobre la violencia que ella sintió con las mujeres mayores de 40 años, al creer que a partir de esa edad iba a desaparecer, como si ya no tuviera un lugar en la sociedad.  Es lo que nos lleva a pensar como feministas que todas las ideas siempre encontraron una forma de penetrar nuestro cerebro en un modo tan fuerte, así que solemos pensar demasiado en la edad no o si estás demasiado gordo o tus ojos son del color correcto el busto no es suficientemente grande. Y cuando llegas a cierta edad y empiezas a tener arrugas, siempre hay algo para comentar sobre el cuerpo. Y para una mujer no es para nada un lugar neutral en el espacio público. Estamos hablando sobre un odio propio, pero realmente queremos resaltar lo que nos hace odiar tanto a nosotras mismas.

¿Crees que cambie la forma de pensar?

Llevamos tres mil años como sociedad organizada y entiendo que no sea fácil cambiar, pero estoy feliz con saber que desde el cine podemos tirar una pequeña piedra para generar cierto cambio. La violencia es algo que todavía nos rodea a las mujeres, cuando en esta sociedad son consideradas dependiendo la forma en que se ven o ya no se ven. La sobresexualización también hace que te sientas bien, que cuentas con un lugar en la sociedad, aunque desaparece cuando no te ves igual. Todo eso nos lleva a enfrentar una violencia extrema. Y no sólo hablo de una violencia externa sino también de otro estilo de violencia que las mujeres entendemos bastante, como los trastornos alimenticios y tantos otros estilos de violencia con respecto al cuerpo. Si, es una locura. Es algo que la mujer vive hoy aunque no lo queremos aceptar ni oír. Hablar del tema me parece que es un primer paso necesario, esperando que todo lo que se diga nos lleve hacia otra dirección ya sea hablándolo públicamente o mostrándolo con el cine desde una actuación como la nuestra para poder evolucionar en algún momento.