Se debe tener siempre presente que para todo hay gente
Por Sergio Mejía Cano
En el gremio ferroviario hubo antiguos ferrocarrileros de diferentes ramas y categorías que tenían la plena convicción de que si fallaban a trabajar o si los jubilaban los trenes dejarían de rodar; es verídico y no nada más romanticismo, pues creían que nadie más los podría sustituir, por lo que hubo ocasiones en que menospreciaban a los nuevos trabajadores que iban llegando a cubrir las vacantes que poco a poco dejaban precisamente esos antiguos ferrocarrileros, ya fuera por enfermedad, jubilación o fallecimiento.
Los antiguos ferrocarrileros renegaban de los nuevos menospreciándolos y diciéndoles que jamás tendrían la experiencia que tenían ellos y, cuando alguno de estos jóvenes recién llegados les ponía la muestra en algo, los viejos decían que había sido por pura suerte o que eso era lo que iban a hacer, pero que el joven se le había adelantado, etcétera; en fin, pretextos nunca faltaban para querer demostrar que los antiguos siempre superarían a los nuevos trabajadores.
Un claro ejemplo de quienes se creían insustituibles fueron los trabajadores denominados como caldereros, trabajadores del taller de Fuerza Motriz y Maquinaria, encargados de las calderas que usaban las locomotoras a vapor; sin embargo, no fueron los nuevos trabajadores nuevos quienes los sustituyeron, sino la tecnología, ya que al llegar las primeras locomotoras eléctricas-diésel, los caldereros fueron de los primeros trabajadores afectados, pues al ir desapareciendo las locomotoras a vapor, las calderas, en donde se depositaba el agua para generar el vapor, ya no tuvieron razón de ser.
Otro ejemplo se vio entre el personal trenista y locomotorista más antiguo, algunos de ellos muy respetables entre el gremio debido a que a los conductores y maquinistas se les tenía en alta estima y casi se les consideraba como genios en el conocimiento del reglamento de transportes; sin embargo, a la mayoría de estos admirados trabajadores de los trenes, hubo jóvenes que en varias ocasiones les hicieron ver algunos errores en la aplicación de las reglas o en sí, en el derecho de trenes; tal vez por la edad o porque nunca se les había presentado determinada situación poniendo en duda si se podía continuar la marcha o no.
Lo anterior viene a colación porque posiblemente algo similar esté pasando con los jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, al pensar o creer que solamente ellos y la manera en que han llegado a ocupar esos cargos y puestos es la única forma de “impartir justicia” en nuestro país; que no habrá nadie más que los pueda llegar a sustituir si no tienen amigos, compadres, familiares o cualquiera tipo de palancas para hacerlos llegar a esos altos rangos del Poder Judicial.
Existe la posibilidad de que en nuestro país haya miles o quizás millones de egresados de la carrera de leyes que no nada más estén mejor preparados que muchos de los actual jueces, magistrados y ministros; claro que hay de todo, inclusive hasta iguales o peores a ellos debido al mal sistema de enseñanza en la mayoría, si no es que en todas las carreras profesionales que se implementó en la era neoliberal; sin embargo, también podría haber no nada más mejor preparados, sino más honestos, sin compromisos por conflictos de intereses de ningún tipo y hasta dispuestos a impartir justicia con bajos salarios y no tan ostentosos como los que reciben actualmente estas cabezas del Poder Judicial; y además, sin que exijan beneficios y prebendas de ningún tipo, sino de mantener sus vidas con lo perciban de salario únicamente y no que sean los mexicanos en su conjunto quienes los mantengan de todo a todo, como se ha documentado de que no pagan ni los lentes que usan.
Y precisamente a esa burbuja de cristal en donde se les ha puesto a los jueces, magistrados y ministros debido a sus altos salarios, prebendas y beneficios de todo tipo en donde nada les cuesta, por lo que se podría decir que sus altos salarios les quedan limpios y libres, pues se dice que no pagan autos, gasolina y ni siquiera el mantenimiento de sus casas. Por lo que debido a esa burbuja y aplicando aquello de que el león piensa que todos son de su condición, se han olvidado de la gran pobreza e injusticia que han imperado en nuestro país; de ahí que crean que la impartición de justicia sea nada más para los que pueden pagar por ella o, porque una persona pudiente no tiene por qué ser juzgada por nada ni por nadie; y también, por qué no decirlo: por amenazas que pudieran recibir de gente muy pudiente.
Sea pues. Vale.