El único depredador de un humano es otro humano

Por Sergio Mejía Cano

El día de ayer en la conferencia matutina que ofrece de lunes a viernes la presidenta, doctora Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), a pregunta expresa de la corresponsal del estado de Sonora, Sheila Rosagel, respecto a un conflicto con los galleros de aquella entidad del norte del país, para que se eliminen las peleas de gallos y sobre qué opinaba también de las corridas de toros, la doctora CSP se pronunció a favor de la defensa de la vida de los animales.

Señaló también haber estado siempre en contra del maltrato animal, pero reconoció que hay mucha gente que vive de esos espectáculos; sin embargo, volvió a repetir estar a favor de la protección a la vida de otras especies vivientes, por lo que en lo sucesivo habrá mesas de diálogo tanto con las sociedades protectoras de animales, así como con quienes se dedican a dichas actividades de las peleas de gallos y corridas de toros, para llegar a una resolución que satisfaga ambas partes y, en caso de que la resolución sea la suspensión definitiva de esos eventos, se tendrán que buscar los medios para la subsistencia de quienes ahora se ganan la vida con esos eventos.

Ojalá y prosperen las sociedades protectoras de animales, pues ya son otros tiempos en donde la barbarie hacia otras especies tiene que erradicarse por completo; de ninguna manera pueden seguirse considerando como tradiciones mexicanas las peleas de gallos y menos como un arte las corridas taurinas, pues más bien muestran la crueldad de muchos seres humanos que disfrutan viendo sufrir a otras especies y, lo peor de todo, es que antes de matar a un toro sus asesinos se persignan y se encomiendan a su deidad para que los proteja de un ser supuestamente salvaje. En las peleas de gallos otro gallo cantaría si no les pusieran navajas, aunque también se lastimarían, ya que quienes disfrutan de estas crueles peleas se aprovechan del instinto de las aves para sacar provecho de todo esto.

Mi querido papá era oriundo de Apizaco, Tlaxcala, lugar en donde hay muchas ganaderías, por lo que creció mirando a los toros de lidia e incluso llegó a ser banderillero profesional bajo el nombre de “Javiero Alegrías”. Cuando tuve edad para preguntarle por qué le gustaba ejercer esa cruel actividad, por lo regular respondía que la tauromaquia no era la graciosa huida, sino la apasionada entrega y, cuando me preguntó a mí si no me gustaban los toros, le respondí que sí, pero en bistec. Mi querido padre, al igual que muchos aficionados a la mal llamada fiesta brava ponía de pretexto que en el rastro los mataban más feo que en la plaza de toros,

Mis familiares paternos que siguen viviendo en Tlaxcala defienden a capa y espada las corridas de toros y, lo que más me ha sorprendido siempre es que aducen que para eso nacieron los toros de lidia, que para ser asesinados en un coso taurino eran criados y creados y que en caso de que se llegaran a suspender para siempre las corridas de toros, que iban a hacer los ganaderos con tantos toros que han criado; pues venderlos a los rastros o a la gente para la carnita asada o bien, dejarlos pastar libremente hasta su muerte natural. Y, precisamente aquí salió algo similar a lo que dijo la presidenta CSP: que qué iba a hacer toda esa gente que se mantiene en las ganaderías, pues no nada más son los dueños de las mismas, sino los mozos, los que se encargan de la alimentación, de la limpieza tanto de las reces como los predios en donde andan los toros; en sí, el mantenimiento de todo lo que significa una ganadería, etcétera.

Se entiende también la posibilidad que los trabajadores de las plazas de toros perdieran su trabajo, pues ya no tendría caso darles mantenimiento, por lo que se convertirían en elefantes blancos, inmuebles que pronto estarían en ruinas al quedar en desuso. Aunque también existe la posibilidad de que se les podría dar otro uso y no nada más para asesinar seres inocentes como se ha demostrado que son los toros, pues si llegan a embestir es por su naturaleza y porque son provocados y su reacción es única y exclusivamente de defensa y no porque al ver a un ser humano se le deje ir nomás porque sí o porque sea un depredador natural de la humanidad, pues ya se ha documentado fehacientemente que el único depredador de un humano es otro humano.

Así que lo mejor sería que desaparecieran para siempre de nuestro país las peleas de gallos y las corridas de toros y, si los galleros insisten en seguir aprovechando el instinto de pelea de los gallos, pues que lo hagan sin navajas.

Sea pues. Vale.