En la ciudad de Shenzhen, el enclave chino de tecnología, la apuesta ya se centra en la avenida 5.5G, un salto en velocidad que permitirá acelerar la expansión del Internet de las cosas, lo mismo que la conducción autónoma de vehículos.

Por: Agencias

Shenzhen, China; lunes, 27 de mayo del 2024.-  México se encuentra en los primeros pasos del despliegue de la tecnología de quinta generación de tecnología móvil (5G) –ni una décima parte de la población usuaria de Internet tiene la opción de optar por ella–; mientras 

En sus oficinas centrales, Huawei exhibe cuáles son las capacidades de la nueva apuesta ya en proceso de comercialización. En su Parque 5.5G, un pequeño vehículo sin tripulantes que sirve como parte de la exhibición, avanza y frena, incluso da tumbos sin moverse de su lugar cuando sus radares detectan personas a menos a tres metros de distancia. El móvil termina su demostración entregando productos que lleva en una cabina aún más pequeña.

De acuerdo con estimados de Ericcson, hasta el año pasado México era el país de América Latina y el Caribe con un mayor número de usuarios de 5G. La compañía estimó que hasta el cierre de 2023, de los 28 millones de consumidores activos en la región, cerca de una cuarta parte, 6.6 millones, se encontraban en las ciudades mexicanas que cuentan con la infraestructura para dar el servicio.

La 5G en sí misma ya plantea el primer hito de lo que algunas voces del sector se han abocado en llamar la cuarta revolución industrial: una herramienta que más allá del acceso directo de usuarios de videojuegos o redes sociales, implica la automatización de procesos en las manufacturas, el campo, la explotación petrolera y demás sectores que podrán programar máquinas con capacidad de reacción similar a la del cerebro humano.

De acuerdo con el Ericsson Mobility Report, publicado a finales del año pasado, se estima que sea hasta 2029 cuando la 5G alcance su pico de cobertura y potencial en América Latina y particularmente en México. Eso no implica que deje de crecer a la vez la 4G, pues el acceso a la última tecnología también está condicionado por el poder adquisitivo de las personas y los recursos para hacerse de un equipo lo suficientemente actualizado.