Sindicatos desvirtuados
Por Sergio Mejía Cano
Está documentado que el nacimiento de los sindicatos en nuestro país se generó debido a los abusos patronales en la era porfirista y a principios del siglo XX. Abusos que dieron pie a las huelgas de Cananea, Sonora y de Río Blanco, en Veracruz; pero desde luego, la de la fábrica textil de Bellavista, en el hoy municipio de Tepic, Nayarit.
Y si bien durante un tiempo dieron buenos resultados para la clase trabajadora, tal vez la naturaleza humana cumplió su misión de corromper todo lo que crea o inventa, pues quizás la clase patronal de inmediato descubrió el talón de Aquiles entre la clase trabajadora; un talón con base en la corrupción.
Como un patrón o empleador no podía atender a muchos trabajadores, se ideó la creación de un dirigente para que representara a sus compañeros ante el patrón o empleador y, ya una vez a solas con ese dirigente de algún modo lo vencían poniéndolo más al servicio patronal que de sus compañeros, ya sea con amenazas o prebendas y privilegios económicos que ni en sueños obtendrían sus compañeros durante toda una vida de trabajo.
¿Alguien conoce a un dirigente sindical que viva de su salario y en casa de interés social o proporcionada mediante un préstamo del INFONAVIT? ¿Alguien ha visto que un dirigente sindical se desplace en bicicleta, en motocicleta o en un carro de modelo muy atrasado? ¡Claro que no, por supuesto! Y esto debido a que la vida de la mayoría, si no es que de todos los dirigentes sindicales cambia radicalmente en cuanto toman la dirección de un sindicato y, aunque digan que nada más estarán en ese cargo durante un periodo tal y como lo marcaban los estatutos, curiosamente ya en el cargo hacen cambiar esos estatutos que les permite eternizarse como dirigentes.
Obvio que hay excepciones a la regla no escrita de la corrupción, porque es justo reconocer que, así como ha quedado demostrado la corrupción de muchos dirigentes sindicales, también hay claros ejemplos de líderes de obreros incorruptibles o que no se quisieron alinear con los dictados empresariales y de personajes políticos, con el fin de tener sometida a la clase trabajadora, sin crear problemas y sin pedir nada.
Un claro ejemplo de honestidad de dirigentes sindicales para con sus compañeros lo tenemos con los dirigentes sindicales, Demetrio Vallejo Martínez y Valentín Campa Salazar, quienes no se doblegaron a los dictados gubernamentales, pues dichos dirigentes ferroviarios solicitaban mejores condiciones de trabajo para el gremio ferroviario, así como el servicio de médico y medicinas, casas habitación y lugares de hospedaje para el personal que por necesidades del servicio tuvieran que pernoctar fuera de su residencia habitual; así como un incremento al salario que fuera acorde con el trabajo ferrocarrilero. Pero también respetar y cumplir las conquistas laborales ya ganadas y otorgadas.
Sin embargo, estos pedimentos no gustaron nada al gobierno federal del aquel entonces encabezado por Adolfo López Mateos (1958-1964) y también no gustaron estas solicitudes de mejoras laborales a los concesionarios ferroviarios de aquel entonces, por lo que todo esto devengó en un paro de labores a nivel nacional en los ferrocarriles de la República Mexicana, y que llega la represión gubernamental para ablandar de alguna forma a los trabajadores ferroviarios y, desde luego, encarcelando a aquellos líderes, Demetrio Vallejo y Valentín Campa, quienes jamás se doblegaron quedando orgullosamente de pie ante sus representados.
No es por nada que se quieran eternizar en ese cargo de dirigir un sindicato, aunque la mayoría de los dirigentes sindicales no sepan hacer nada ni jamás hayan desempeñado algún puesto de la empresa a cuyos trabajadores dicen representar. Verbi gracia, precisamente el dizque líder ferrocarrilero, Víctor Félix Flores Morales, quien no sabe ni cómo rueda un tren, pues en su biografía se dice que, aparte de ser instructor de baile para quinceañeras, al entrar a trabajar a los ferrocarriles en su natal estado de Veracruz se desempeñó primeramente como guarda-vías o guarda cambios, es decir, haciendo los cambios de vías en el patio de maniobras para que salieran o llegaran determinados trenes; de ahí pasó a ser llamador de tripulaciones y hasta ahí, pues brincó al sindicato para ya jamás salir de ahí hasta convertirse en secretario general a nivel nacional.
Y así por el estilo, la mayoría o todos los dirigentes sindicales al entrar con comisiones o cargos sindicales, nunca trabajaron en forma productiva.
Sea pues. Vale.