RIGOBERTO GUZMÁN ARCE

                                          TIEMPOS DE MEMORIAS

                                             1 DE 2 PARTES

Son trece capítulos, Origen, Galaxia Jiménez, Océano Pacifico, La Roca, Planeta Arista, Ceiba, Atlas, Canal 58, Pelo Largo, Universidad, Nogales, Proceso, Cacarito. En esta travesía de veinte años, voy descubriendo la vida de aquellos tiempos, donde mi pueblo era una verdadera comunidad, donde todos nos conocíamos. También describo cómo se fue ensanchando, la llegada de la mal llamada modernidad y la micro historia en las calles, las esquinas, los lugares escolares y los barrios que eran pocos, organizados por cuarteles religiosos y nombres de héroes nacionales.

1.- Origen.

Nací en los tiempos del presidente Adolfo López Mateos, en la época de la “estabilidad” emanada del partido de estado, en lo que se le llamó provincia mexicana, hasta en los cines presentaban la introducción de Provincia en marcha. Ixtlàn era pequeño, sus límites eran los ríos, el Grande y el Chico, una pequeña mancha urbana rodeada de sembradíos de papa y caña de azúcar. Calles empedradas, horizontes de tejados y de ausencias de tinacos y antenas de televisión. Todavía olía a alfalfa y leche recién ordeñada, a piloncillo y el olor de ramas que iban dejando como estelas los vendedores con su recua cargada de duraznos y carbón desde La Meseta de Juanacata. El sonido de campanadas de la parroquia Santo Santiago y del Santuario de Guadalupe, el sonido de la llegada o salida del ferrocarril eran los únicos omentos que se interrumpía la monotonía y la placidez.

La vida transcurría en las calles apacibles y de pocos autos, algunas bicicletas y los barrios eran de artesanos, en mi Barrio de los Indios se elaboraban utensilios de barro, estaba el remendador de zapatos, el panadero, el sastre, el hojalatero y hasta el voceador de niños extraviados. Las misceláneas con productos perecederos, lo inmediato, a granel. El medio de información era la radio y el medio de comunicación el correo y el telégrafo.

Mi infancia transcurrió en la colonia del Centro, por la Arista, Jiménez, Abasolo y el callejón de la Paz.

En mi libro Claroscuro detallo un lugar profundo y nostálgico que fue la casa de la abuela. La historia familiar con mi bisabuela Refugio y Guadalupe, las alegrías y las tragedias.

Influyó en mi manera de concebir al mundo, esa relación con los adultos, con las visitas de los tíos abuelos que llegaban de la Yesca, un lugar lejano y mágico, con sus relatos increíbles que olían a pino y sentía el frío de las montañas. Narraciones como la de la tía maría que se tragó una bala para no quedar embarazada y tener relaciones entre los árboles en la soledad y en la intimidad de sementales.

En mi casa materna se sentía la pobreza, mi padre un milusos, no podía superar su afición a beber y duraba poco en los trabajos y fue cantinero, velador, cargador, gondolero. Mi madre a pesar de tener su salario de maestra no podía por la fuerza de los gastos y nosotros, los más pequeños, nos íbamos a vivir temporadas con nuestra abuela, para hacerle compañía y también para tener sustento seguro.

2.-Galaxia Jiménez

La aventura de la vida, todos los descubrimientos, la calle llena de niños, jugando a los juegos de temporadas, el trompo, el yoyo, el balero, los zumbadores, la pegadilla y comiendo las frutas en los potreros y los ríos, el cerro de Santa Catalina, el ranchito.

Las noches y los días tenían sus rituales, el tiempo era el tropel de caballos cuando llegó el tiempo de estudios y nos imantó el cine, la lectura de los cuentos alquilados y las plazas atiborradas de inocencias y vendedores de globos de algodón. También hechos sobresalientes con el alunizaje que fuimos a verlo con los hermanos Esparza, jóvenes radiotécnicos, al cerrito de Cristo Rey, instalando antenas, tubos, cables para que lo viéramos en la televisión. Caso fallido, pero despertó mi imaginación. La radio fue el medio para conocer los pormenores de las Olimpiadas en México.

3.-La Roca

El espacio inmenso, la escuela casi al final del verano y otro mundo por descubrir, seguro de mi capacidad para leer y escribir llegué sin miedos, me sentía reconfortado porque mi madre me enseñó en poco tiempo las nociones básicas. Mis escuelas Benemérito de las Américas y Benito Juárez fueron los rieles del conocimiento, escuelas con maestros de valores, de ética en el proceso de un proyecto nacionalista, a valorar nuestra historia y la patria, sus recursos naturales y su gente. Hijos de los libros de texto gratuitos.

La relevancia a Benito Juárez con un busto sobre una roca que me llamó la atención y que hasta mis días lo sigo recordando con el credo de México creo en ti. La tragedia de los Arce cuando asesinaron al maestro Cruz, mi tìo por el rumbo del sur de Jalisco. El eco que llegaba distorsionado de la matanza de Tlatelolco.

4.-Oceàno Pacífico.

Una de las sacudidas emocionales, que cimbraron mis sentidos y abrió la sensibilidad para mi futuro, un fermento provocado de escribir, fue conocer el mar. Playas sin contaminar, todavía el hombre no llegaba a raudales. La familia organizó ese viaje inédito en un viejo camión colectivo y después de dos días y noches regresé con sentimientos encontrados porque mi abuela Lupe no conoció jamás el mar y era la oportunidad esa vez de conocerlo.