La supermodelo estadounidense sorprendió al aparecer con sombrero, botas y estandarte tricolor, en un gesto que ha sido interpretado como una muestra de respaldo a la comunidad mexicana.
Bella Hadid, una de las modelos más influyentes del momento, volvió a captar la atención mediática, esta vez lejos de las pasarelas y festivales de cine. El pasado 26 de junio, durante su participación en el Carbondale Wild West Rodeo en Colorado, Hadid sorprendió al ondear la bandera de México mientras gritaba con entusiasmo: “¡Viva México!”.
El gesto no pasó desapercibido. Ataviada con botas llenas de polvo y un sombrero vaquero, la modelo lucía completamente integrada al ambiente del rodeo, muy lejos del glamour de Nueva York o París. Desde que inició su relación con Adan Bañuelos, un reconocido jinete de rodeo con raíces mexicanas, Bella Hadid ha adoptado un estilo de vida completamente distinto, participando activamente en la comunidad vaquera estadounidense.
En redes sociales, la escena rápidamente se viralizó. Decenas de usuarios celebraron la naturalidad con la que Hadid porta la bandera mexicana, interpretando su acto como una muestra de respeto e identificación con la cultura de su pareja y su entorno. Más allá de lo simbólico, algunos consideraron el momento como una postura política, especialmente en el contexto actual de Estados Unidos, marcado por medidas antiinmigrantes impulsadas por figuras como Donald Trump.
No es la primera vez que Bella Hadid expresa una postura clara frente a temas sociales y políticos. Al igual que su hermana Gigi, Bella ha manifestado abiertamente su apoyo a causas globales como la lucha del pueblo palestino. Ambas modelos donaron recientemente un millón de dólares a cuatro organizaciones humanitarias que trabajan en Gaza, en medio del conflicto entre Israel y Palestina. Hija de padre palestino, Bella ha condenado públicamente la ofensiva israelí y ha sido una de las voces más visibles en el mundo del espectáculo en torno a esta crisis humanitaria.
El grito de “¡Viva México!” en un rodeo de Colorado, aunque espontáneo, parece inscribirse en una trayectoria coherente: la de una figura pública que no teme alzar la voz, ya sea desde una alfombra roja, una manifestación, o ahora, desde el lomo de un caballo.