RIGOBERTO GUZMÁN ARCE
MIGRANTES E NTERNET
1.- De los primeros encuentros con “El Norte” como concepción, apenas pude conocer que un tío de sangre, Víctor, y otra familia los Rojas de la calle Zaragoza y mi padre lo habían conocido. No me quitaba el sueño, como por ejemplo: saber el origen del nombre del cometa del 82 o por qué me daba placer y temor las historias en el cine. Desde la onda expansiva de los años de niñez, me di cuenta por el tiempo desesperado que la gran estabilidad económica llegaba a su fin, cuando cada día, semana tras semana, mes y año tras año, familias despoblaban el Barrio de Los Indios, la cercanía en mi vida y después otros, también en los poblados. Los dejaba de ver y no alcanzaba a comprender la magnitud de las despedidas. Se fueron quedando las casas en el polvo de la espera y el regreso. Amigos de la primaria que se iban por el horizonte. Se hablaban maravillas del otro lado, que prodigaban los regalos del tío Toño en sus vacaciones de verano cargando desde la frontera, mercancía y regalos como los dulces de cuatro sabores; los dientes multicolores y suaves; las nueces diferentes de cáscara frágil; los exquisitos chocolates de envoltorios negros y azules. Sobre todo, los juguetes que apresuraban las ambiciones infantiles, como aquella pistola que, al apretar el gatillo, se incendiaba en su interior y generaba el sonido galáctico ante el asombro de niños con huaraches de suela neolite y el nerviosismo de las manos que siempre habíamos jugado con la madera y la hojalata. Nos fuimos ensamblando de manera natural, una relación cóncava y convexa, el encontronazo del fuerte y el débil. Me marcó saber de los billetes verdes y “El Money”, las palabras, gringo, gabacho. Se comenzaba a oler y masticar la presencia de la brusca relación estrecha del imperio y el nosotros. De lo que era el contrabando de perfumes, ropa, televisiones, en pequeñas proporciones. De la vida apacible y de pobrezas se trastocó para convertirse en el éxodo de campesinos con sus familias, burócratas, vecinos en busca de los sueños que se podían atrapar como nubes de billetes. El made in States Unites aceleraba los corazones y las esperanzas se convertían en autopistas de la bandera de 2 barras y estrellas. Indómitos, valientes en busca de mejores perspectivas, mejorar vivir, la calidad que desgraciadamente aquí no tenían. La gran cultura del esfuerzo, el tesón, las decisiones tomadas, las raíces mexicanas, nayaritas, ixtlenses que significa el amor por su terruño, su gente, las familias, el barrio, los recuerdos. Se fueron, pero aquí están sus corazones.
2.-El mundo se conectaba a algo como una revolución digital, que ni en sueños creíamos. Poder enlazarnos por medio de una computadora, era impresionante la ola gigante que venía y nuestra ciudad deseaba ingresar a esta tecnología de una gama de información impresionante. Ya lo sabía al leer artículos y llegò el nuevo milenio, el siglo nuevo y teníamos interés que la compañía Telmex iniciara el advenimiento del internet por medio de teléfonos fijos. Una avalancha en grandes ciudades y nos decían que no era rentable. Los precursores el doctor Hugo Campiño y Fernando Montalvo contrataron una empresa de Tehuacán, Puebla por medio de antenas y un servidor se tenía el internet inalámbrico vía telefónica para 10 líneas significaba 10 clientes y los buscaron, después contrataron una compañía privada de Estados Unidos llamada Takyon para ampliar la cobertura a 70 clientes a la velocidad de 56 kb, que era buena para este tiempo, se contaba con Messenger Hotmail, Google, enciclopedia Encarta y funcionaba con un módem, el servidor por teléfono de casa, el inconveniente es que mientras se estaba conectado al internet no se podía recibir ni llamar porque la línea estaba ocupada y al ingresar se escuchaba el sonido espeluznante de conexión. De Igual manera se contaba con 5 clientes por teléfono inalámbrico que se contaba con la cobertura de 5 kilómetros de perímetro, como ejemplo de cliente era la gasolinera. Cuando llovía se iba la señal. Brotaron varios ciber por diferentes zonas de la ciudad, atrás de la escuela Josefa Ortiz, por la Morelos, se iniciaron con el taller para reparar computadoras, en nuestro vocabulario ya teníamos nuevas palabras como software y hardware. Mientras la compañía Navytec ubicada en Avenida Hidalgo abrieron el segundo ciber café. El primero fue por medio de la escuela dinámica de computación, una verdadera novedad del CODI con programas de Word, Excel como instructora se contaba con Eréndira Guzmán Pedraza y el director era el maestro Carlos Guzmán. Se contaba con 10 computadores como máximo. Se incorporó Hugo Campillo en reparaciones, Ana y Andrés Villanueva, Isidro Montalvo. Al tiempo los gastos en tecnología se incrementaban y las antenas salían caras para brindar el servicio más moderno, se vendió la compañía. Por fin Telmex con su programa Infinitum a os pocos años introdujo en su paquete el internet con más velocidad y el precio más económico, logrando la masificación en cada casa, escuela, compañía. Nunca imaginamos que llegaría el servicio de internet y las redes sociales a los incipientes celulares que les decían “ladrillos” por lo grande que estaban