Aunque la basura espacial es una realidad creciente, el riesgo de que cause daños en zonas habitadas es mínimo, asegura el astrónomo Pablo Lonnie Pacheco.
Entre 200 y 400 fragmentos de chatarra espacial caen anualmente a la Tierra, pero la gran mayoría se desintegra al reingresar a la atmósfera o termina en el mar, por lo que su impacto sobre la vida humana y la naturaleza es prácticamente nulo. Así lo explicó Pablo Lonnie Pacheco, instructor de astronomía y ex presidente de la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa.
En entrevista, el especialista comentó que, si bien la basura espacial es motivo de preocupación en algunos países, sus efectos en el medio ambiente y las zonas pobladas suelen ser mínimos. “Se estima que aproximadamente un fragmento de chatarra espacial llega a la Tierra por día. En el año son entre 200 y 400 los que alcanzan el suelo”, explicó.
Pacheco señaló que es raro que alguno de estos restos llegue intacto a la superficie terrestre. “La mayoría se desintegra, se vaporiza o desaparece por completo al reingresar a la atmósfera. Por eso es muy poco común que caigan en zonas habitadas; lo más frecuente es que terminen en el océano, ya que tres cuartas partes del planeta están cubiertas por agua”, dijo.
Muchos de los fragmentos que sí logran sobrevivir la entrada atmosférica se presentan en videos virales como destellos luminosos que se desintegran en el cielo. “Eso que ves como chispas de colores y que parece desbaratarse lentamente, es basura espacial que casi nunca llega completa al suelo”, detalló el también conferencista y autor de obras didácticas sobre astronomía.
Sobre el marco legal para posibles daños por basura espacial, Pacheco indicó que existe un acuerdo internacional para resarcir afectaciones, aunque identificar el origen de un fragmento puede ser muy complicado. “¿Cómo vas a saber de dónde vino un pedazo de metal que cayó en tu propiedad? Es difícil saber si era ruso, chino o de otra nación”, aclaró.
Este tema cobró relevancia recientemente tras reportarse que restos de una nave de la empresa SpaceX cayeron en territorio mexicano, específicamente en el río Bravo. Incluso se mencionó que uno de sus cohetes explotó días antes, con la mayoría de los fragmentos esparciéndose en el lado mexicano.
Cabe mencionar que la base de SpaceX se encuentra en la región de la Laguna Madre, un área natural protegida binacional que forma parte de la Red Hemisférica de Reservas para las Aves Playeras y está resguardada por la Ley de Conservación de Humedales de América del Norte.