El café es una droga psicoactiva que estimula el sistema nervioso central.


Por Julio García G.
 / Periodista de Ciencia

No cabe la menor duda de que una de las bebidas más populares es el café. Tan es así que, cada año, según la Organización Internacional del Café (OIC, por sus siglas en inglés), se consumen aproximadamente 10 mil millones de kilogramos a nivel mundial.

Debido a que la cafeína es un potente antioxidante – la planta de café contiene, además, otros antioxidantes como ácidos hidroxicinámicos, polifenoles y flavonoides– se le ha relacionado con una diminución en el riesgo de contraer diabetes tipo 2, cáncer y enfermedades del hígado. También, de acuerdo con un estudio reciente, podría protegernos de enfermedades neurodegenerativas, aquellas como el Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

Sobre sus efectos en el cerebro -además de los ya conocidos como que es una droga psicoactiva que estimula el sistema nervioso central-, hace algunos meses fue publicado un artículo en The American Journal of Clinical Nutrition, firmado por científicos chinos, en el cual se relaciona el consumo de café (de preferencia sin azúcar y que no sea descafeinado porque esto enmascara y mengua sus efectos) con una disminución en el riesgo de contraer enfermedades neurodegenerativas.

Las enfermedades neurodegenerativas más comunes son el Alzheimer y la enfermedad de Parkinson y ambas causas demencia. Éstas contribuyen significativamente con el hecho de que una persona tenga discapacidad y, según la Organización Panamericana de la Salud, desde el año 2000 y hasta 2019, fueron la tercera causa de muerte a nivel mundial después de la enfermedad isquémica del corazón (que está en primera posición) y el accidente cerebrovascular (que está en tercera).

La demencia, por su parte, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), “es un síndrome que se caracteriza por el deterioro de la función cognitiva”, que es la “capacidad para procesar el pensamiento”. Por lo tanto, cuando la demencia está presente, suele afectar principalmente la memoria, pero también la manera en la que nos orientamos y el aprendizaje.

Ahora bien, con respecto a los hallazgos presentados recientemente por los científicos chinos, éstos encontraron, a partir del seguimiento realizado en Reino Unido a 204,847 personas -cuyas edades iban de los 40 a los 69 años– durante nueve años, que un alto consumo de café con cafeína, sin azúcar (ni sustitutos de azúcar), estuvo relacionado con una reducción considerable en el riesgo de padecer enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer.

Los participantes fueron divididos en tres grupos. El primero no consumía café, el segundo una o dos tazas al día y el tercero más de tres tazas al día.

De los tres grupos, el que consumía una mayor cantidad de café fue el que obtuvo mayores beneficios; de tal suerte que aquellos bebedores -de más de tres tazas al día-, tuvieron una reducción del 34% de desarrollar enfermedad de Parkinson y 47% menos probabilidades de morir por alguna enfermedad neurodegenerativa, esto durante los nueve años que duraron las observaciones.

Con respecto a que tan concluyente y definitivo es este trabajo de investigación, hay que decir que, como lo han mencionado los propios autores, “los datos no son lo suficientemente completos como para mostrar una relación causal directa”, es decir, aún no está claro si el café aleja a la demencia; si las primeras etapas de la demencia están cambiando los hábitos de consumo de café, haciendo que la gente consuma más; o si, en cambio, existe algún tercer factor, aún desconocido, que afecta tanto a la ingesta de café como al riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas.

Además, otros estudios, como el publicado en junio de 2021 en la revista Nutritional Neuroscience (del que la Universidad de Harvard hace alusión en su página de internet), sugiere que las personas deberíamos de dejar de tomar café -tanto si contiene cafeína como si es descafeinado- a partir de cinco o seis tazas al día debido a que el exceso podría “dañar el cerebro”.

Y es que, aquellos grandes bebedores de café -de más de cinco o seis tazas -, tuvieron cantidades más pequeñas de volumen cerebral total, especialmente en el hipocampo, que es una región cerebral responsable, entre otras cosas, de la memoria a corto y largo plazo.

Por lo tanto, los científicos aconsejan consumirlo moderadamente ya que el volumen cerebral no se vio reducido en quienes solamente bebían una o dos tazas de café al día.

En definitiva, habrá que esperar a que se realicen más estudios -seguramente esto sucederá en años venideros– para confirmar, o descartar por completo, el hecho de que esta bebida realmente coadyuva a prevenir enfermedades neurodegenerativas.

Mientras tanto, disfrutemos de sus otros beneficios –como, por ejemplo, sus efectos para ayudarnos a concentrarnos mejor cuando estamos realizando tareas intelectualmente demandantes, o su efecto protector en el corazón, entre muchísimos otros– y de su sabor y aroma inigualables.